Viajar a Esmeraldas se convirtió en un verdadero vía crucis durante los últimos tres días. Había que cambiar de bus, pero antes, caminar durante un trecho de trescientos metros aproximadamente, entre el lodo y la maquinaria en movimiento, así como los enormes volquetes que con su sola presencia inspiraban temor. El cerro se vino abajo en la madrugada del martes último, a la altura de Tahigüe, pocos kilómetros más abajo del recinto Chaflú, a causa de las fuertes lluvias que azotan a la costa ecuatoriana. Para quienes vivimos en carne propia la aventura, fue una experiencia más. Cabe resaltar que la compañía encargada de la rehabilitación de la vía trabajó con ahínco para poder restablecer el libre tránsito vehicular en la vía antes mencionada.
Existe preocupación en la población debido a que en algunos tramos de la vía existe la posibilidad de otros deslizamientos, incluso de la capa asfáltica, si continúan las lluvias. Los ríos por su parte también se han hecho sentir inundando sembríos y destruyendo lo que encuentran a su paso.
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